16 de julio de 2010

Espectro Invernal



VI

La nieve comenzó a caer; desde mi terraza, en el octavo piso, observaba el panorama hacia el parque. Una serie de pensamientos cubría mi cabeza, sentía que debía hacer algo antes de que estos nuevamente se adueñaran de mí, debía cumplir (...) debía hacer lo que esta me ordenaba.
Tomé mi teléfono y planeé una cita con la chica que había conocido hace una semana en la universidad, ella aceptó.
Todo parecía estar en orden: mente clara, espacios limpios, sentimientos en blanco. Me abrigué con la típica chaqueta de cuero que yacía colgada en el perchero cerca de la puerta, cogí las llaves y un paraguas, y me marché.
Seguía con la mirada cada uno de mis pasos, encendí un cigarrillo y en un par de minutos me encontré en el pórtico de la casa de mi cita. Toqué la puerta y salió ella, estupendamente vestida, con su tierna mirada y su dulce sonrisa, tomó su bolso, arregló su cabello y besó mi mejilla.
Tomados del brazo caminamos juntos por una gran avenida llena de luces y ritmos que le daban vida, llegamos a un conocido café, en el que nos pudimos conocer el uno al otro. Conversamos horas y horas, se nos hizo muy tarde, por lo que decidí llevarla a casa.
Llegamos en medio de una fría ventisca, ella se quedó de pie frente a mí y sin un pensamiento previo, la besé. No estaba en mis planes hacerlo, ni menos (...) encariñarme de ella, en la manera en que lo estaba haciendo. Pero todo esto tenía sus ventajas, más a gusto me iría a sentir luego de suplir una necesidad que estaba plagando mi mente de absurdos y obscuros pensamientos.
Entre mis brazos, protegiéndola del frío, en un acto rápido e impulsivo, la llevé a mi departamento. Ella no se opuso en ningún momento. Desde la entrada comenzó a quitarme la camisa con una pasión que no había visto en otra chica. Nuestras ropas caían con cada paso que dábamos. La llevé a mi habitación, ella estaba desnuda, tuvimos sexo una y otra vez, hasta que el cansancio nos venció. Ella con el pie abrió un poco la ventana y prendió un cigarrillo, era el momento preciso en que debía actuar.
Me levanté y tomé un pequeño frasco que guardaba en mi velador, fui a la cocina y preparé unos cócteles. Vertí el contenido del frasco en una de las copas y volví a la habitación, ella estaba vestida. Puse en sus manos la copa con aquella sal disuelta y en voz baja, con una  amigable sonrisa pronuncié: Salud.



7 comentarios:

  1. ME SORPRENDO. SOY DE UN OCTAVO PISO TAMBIEN D: XD; COOL =)

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  2. Me encantó ♥ Me dan ganas de seguir leyendo para saber qué pasa!
    Cuidate, gemelo de blog xD ♥

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  3. Sebastián, no nos dejes así, me asalta la duda....

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  4. ayyyyyyyyy dioooooooosss!!
    como amo tu forma de escribir..es tan de novela..tan romantica..tan intrigante.
    te sigo leyendo de cerca.
    que estes de lujo
    besos

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  5. dios, siguee ♥
    tienes que decirme que sigue, al menos a mi (?)
    escribes muy hermoso...
    adios ♥

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