22 de junio de 2012

Para mi memoria.

Corría el viento, él solo caminaba entre la multitud sin destino alguno, ya había oscurecido. Se tomaba un poco de tiempo para sí mismo, fijándose en detalles: La posición de los adoquines, el color de las hojas de los árboles, las grietas en los edificios. Miró hacia el cielo, detenido por un semáforo en rojo, y vio las estrellas que apenas se veían gracias a la luminiscencia de la gran ciudad. Volviendo a su conciencia, centró su cabeza y siguió por donde iba. Miró su reloj, marcaba las seis y media, no sabía qué hacer.
En un abrir y cerrar de ojos, se había alejado de las aglomeraciones céntricas, las bocinas de los automóviles se escuchaban cada vez más lejos, la tranquilidad se acercaba a tal punto de no encontrarse con nadie caminando por las calles, se encontró solo, le agradaba esa sensación. Se sentó en la cuneta, admiraba la gracia colonial de un edificio antiguo, planeaba en su cabeza un paisaje alegre de aquella época. No parecía triste, su rostro no decía nada, estaba enfocado en descubrir cada historia que guardaban los viejos ladrillos del inmueble.
Desde una esquina apareció una chica, su cabello era de una tonalidad clara, sus ojos tenían esa luz de sinceridad que pocos gozan. Se acercó a él y se sentó a su lado. Extrañado, la miró exaltado, nervioso y un poco asustado. -¿Qué sucede?- Preguntó ella. -Nada, salí a tomar un poco de aire- Respondió de manera nerviosa. -Me llamo Javiera, vivo a unas cuadras, salí a tomar aire también-. Se miraron por un momento, ambos sonrieron y él rompió el silencio. -Soy Pablo, un gusto- Dijo un poco más tranquilo. 
De un momento a otro, las palabras entre los dos comenzaron a salir, no era la típica conversación que las personas mantenían al momento de conocerse, ellos hablaron como si ya fueran amigos. -¿Qué te motivó a venir hacia acá y sentarte a mi lado sin siquiera saber mi nombre?- Preguntó intrigado. -Solo te vi y sabía que necesitabas a alguien con quién charlar- Siguió Javiera. Ella sabía que en la mente de Pablo, las cosas estaban distorsionadas, el simple hecho de ver lo que expresaba su figura decía todo de él, o por lo menos, por lo que estaba pasando. Pasaron ya más de 30 minutos, y la conversación seguía de forma amena. Él sonreía, eso le hacía bien, eso lo hacía sentir lejos de los pensamientos que traían malos ratos. Sacaba toda la rabia, la tristeza, los sentires que le acomplejaban en ese momento, sacaba todo el peso que tenía encima de una buena vez, en pequeñas palabras.
Miró a su lado y preguntó, -¿Por qué tan callada?-, sin recibir respuesta, se levantó, miró a todos lados. Ella ya no estaba, había desaparecido. Ella era solo una ilustración de su imaginación, que había ideado a un ser espléndido. Obviamente, era un concepto incomprensible para él. Volvió a sentarse, juntó las rodillas y dejó caer su cabeza. Sus lágrimas comenzaron a florecer sin más qué esperar. Le sirvió un poco para liberar la tensión con la que había quedado. -¿Acaso me estoy volviendo loco, acaso las cosas se tenían que poner así?, ¿Por qué, por qué mierda me está pasando esto? No creo merecerlo-. Solo lloraba.

Miró su reloj, ya eran las 10 de la noche. Secó sus lágrimas, se levantó y caminó hacia la avenida principal. Pensaba en lo que había sucedido, en la capacidad que tuvo su mente para crear una persona que lo escuchara, que comprendiera lo que él estaba diciendo, lo que él quería y lo que él esperaba, que solo lo mirara y que con su sonrisa respondiera en silencio a todas las inquietudes que podría haber tenido. 
Teniendo claro que todo había sido irreal, seguía caminando y a la vez pensando en qué debía hacer, qué era lo que realmente querían mostrarle. No dejaba de buscar respuesta a eso, se conocía, sabía que una de sus características era no dejar interrogantes sin resolución. Al cabo de unos minutos, volvía al ruido de los autos, el gentío, las luces. Caminó por el mismo paseo por el cuál había caminado hace un rato, miraba los árboles, sus hojas, los adoquines que pisaba, las grietas en los edificios. El mismo semáforo que lo detuvo cuando aún era de tarde, lo detuvo otra vez. Miró hacia el cielo, viendo las estrellas. -Eso era lo que estaba buscando, eso era lo que necesitaba: Tiempo para mí, tiempo para pensar en mí, tiempo para escucharme, tiempo para sentir y para reír, tiempo para ser escuchado, tiempo para ser comprendido. Necesito prestarme atención, necesito fijarme en estos detalles que hace que mi vida sea hermosa, darme cuenta en cada una de las palabras que pasa por mi corazón. Necesito cambiar, necesito olvidar y a la vez recordar. Necesito escribir y a la vez borrar. Quiero respirar de manera distinta, quiero sentir el frío de las mañanas con otra perspectiva. Quiero soñar con que todo esté bien y quiero despertar sin temor alguno. Quiero ser y no quiero dejar de ser.- Pensó mientras la luz roja aún no cambiaba. Centró su cabeza y siguió por donde iba, bajó las escaleras hacia el Metro, esperó el tren, se subió y buscó un asiento vacío, se sentó y agachó su cabeza (...) Despertó, despertó de un sueño. Miró a sus alrededores, se dio un tiempo para reaccionar, sonrió. Tomó su bolso y sacó su libreta, tomó un lápiz y comenzó a escribir lo que hace un momento se comenzó a describir. Pablo soy yo y aquí estoy, escribiendo lo que raramente soñé, guardándolo por escrito en mis memorias, para nunca olvidar lo que me he propuesto.


Dedicado a uno de mis mejores amigos. Espero que comprendas el mensaje.
Te quiero, demasiado.


14 de junio de 2012

Es lamentable.

Es lamentable.- Me aburrí de ser el imbécil que se queja y no hace nada. Haré lo que sienta que está bien para seguir lo que yo quiero. Si para eso tengo que volver a las prácticas del pasado volveré, y sí, en un flash de un segundo y quizás unos milisegundos, decidí volver con la señorita Anorexia, a doña Bulimia la dejaré en el baúl en caso de emergencia. Lamentablemente las cosas son así para mí, no me queda de otra.

14 de mayo de 2012

Qué mierda me pasa!?

Esta noche no es como las otras, en las que me acostaba feliz. Sí, volví a caer en ese estado de desgaste emocional. Hace mucho tiempo que no sentía esta sensación, algo así como cansancio mental, agotamiento, etc... A pesar de los cambios que me he dedicado a tener este último tiempo, necesito más y más. Creo que volveré a buscar mi autoestima, que alguna vez dejé tirada por ahí. Volveré a eso de 'buscar la perfección, aunque no exista', y si tengo que arriesgarme, como ya lo he hecho, lo volveré a hacer, sin problemas, es lo que quiero, no? Últimamente, me ha estado yendo bien en la Universidad, también en lo sentimental. Pero, hay algo que me acompleja, demasiado, y aún no sé lo que es. Ya van 2 noches que sueño que lloro desconsoladamente, en un lapso de tiempo considerablemente corto. Es raro, antes no lo hacía con esta frecuencia. Qué es lo que me quieren decir? Qué es lo que necesito hacer para sacar todo lo que tengo retenido dentro de mí? Eso es lo que me molesta, sé que hay algo, y sé que no puedo encontrarlo aún. Me he dado el tiempo de buscarlo, mentira, no lo he hecho.

29 de abril de 2012

Este es el invierno, el que juega conmigo.

A veces envidio las relaciones de otras personas, sobre todo a las relaciones con parejas del mismo sexo. Por qué todo tiene que parecerles tan fácil y por qué a otros nos tiene que ser tan difícil? Cómo me gustaría mirar a este estúpido y decirle: oye, te quiero y te quiero conmigo. Darle cuenta de que las cosas no son como él las ve. Me gustaría poder enseñarle eso, que pese a todo lo que ocurra alrededor, un beso, que te tomen la mano, que te abracen o que te digan 'te quiero' no tiene que ver con el resto del mundo, es solo para nosotros. Hay situaciones que me descolocan. El martes pasado estábamos en busca de bufandas, habían demasiadas. Le dije: mira, esta me gusta. A lo que él me miró y me respondió: A mí me gustas tú. Son esas las tonteras que hacen que él sea perfecto, sea lo que siempre quise para mí. Me siento tan bien, tan cómodo que siento que todo resulta, que todo está saliendo como siempre esperé. Me gustaría estar con él ahora, calentándome las piernas como el otro día, para mirarlo y perderme en sus ojos grises, para reírme a carcajadas, para que me haga cosquillas, para que me saque la chasquilla de los ojos, para molestarlo por ser un tonto... para que me diga 'te quiero' y así poder dormir tranquilo por la noche. Creo que estoy loco, sí, muy loco.

11 de abril de 2012

Volveré cuando menos lo quiera.

Un atardecer de otoño, de aquellos que combinan colores en el cielo. Las nubes en ese momento formaban figuras que nosotros no más podíamos ver, y de ellas reír. Tuvimos un momento en el que nos acercamos un poco más, él se abalanzó sobre mí en una especie de jugarreta que incluía cosquillas. Yo le sujetaba las muñecas, pero él me lanzaba al suelo. Cuando nos aburrimos, volvimos al pasto del parque, nuevamente a mirar al cielo. Ya había empezado a oscurecer, las estrellas se escondían cada vez que la nubosidad se paseaba entre las miradas de quienes observábamos el cielo en ese minuto. Estábamos los dos, mirando a ningún lugar allá arriba, cayó una gota en mi rostro. Fueron aproximadamente unos 5 minutos en que llovió inesperadamente sobre nosotros, que no nos movíamos de aquel lugar. Movió su cabeza a mi hombro y cruzamos nuestras piernas, espontáneamente. Al detenerse la lluvia, comenzó a correr una ventisca fría, lo que nos obligó a acercarnos un poco más uno de otro. Cruzó su brazo encima de mí, con el que me abrazó. Yo, busqué una de sus manos, la que tomé. Noté su nerviosismo, era comprensible, yo también estaba muy nervioso. Buscó mi mirada, sonrió, y nos besamos. "Me gustas", me dijo él. Yo solo lo miré, sonriendo como un idiota. Precisamente no estaba preparado para ese momento, no iba dispuesto a sacar todo de mí para que pudiera suceder algo. La cosa fue así, llegó de sorpresa y seriamente no me lo esperaba. Al caminar hacia el Metro, me decía que era algo de lo que tenía miedo, ya que no sabía cómo podría haber sido. Él tenía miedo, porque no sabía si lo que él sentía podría llegar a ser en un momento mutuo. Lo detuve un momento. Lo miré y le dije que todas sus palabras podría estar utilizándolas yo en ese momento. Era exactamente lo que pensaba yo. Pasó un momento en que estuvimos caminando en silencio, solo el ruido de la ciudad en plena hora peak nos acompañaba mientras nos hacíamos paso hacia el tren. Mientras cruzábamos el río Mapocho, no pude contenerme más: "Max, me gustas también".

9 de abril de 2012

Volveré cuando menos lo quiera.

Y creo que terminaré todas las noches, antes de irme a dormir, escribiéndote. Porque realmente estoy... impresionado con la forma en que haz llegado a mí. No sé cómo sucedió, nunca pensé que sería así. Nunca pensé que en ti encontraría a la persona que siempre estuve buscando. Solo quiero estar situado en el mundo real, olvidarme de lo que está pasando conmigo, pero no niego que me he sentido demasiado bien estos días imaginando qué sería de nosotros si fuéramos uno.

8 de abril de 2012

Volveré cuando menos lo quiera.

Así como dice el título de esta entrada, yo sé que volveré a esto. Cuando menos quería que pasara, cuando creía que las cosas mejoraban para mí, volveré (creo) a este ciclo de comenzar bien, seguir mal, colapsar y terminar bien. Últimamente no sé qué pasa conmigo, necesitaba escribir para poder centralizar mis ideas y pensamientos para tener, por lo menos, un panorama más claro de lo que a mí me está pasando. Si ahora dijera: -Me gustas porque me encanta tu forma de ser. -Me gustas porque sé que eres sincero. -Me gustas porque el destino escribió que debía ser así contigo. -Me gustas porque siempre esperé a alguien como tú cerca de mí. -Me gusta tu nombre, me gustan tus ojos, me gusta tu risa, me gusta tu voz, me gusta tu compañía. -Me gustas porque sí, me gustas porque sí. Sabría que las cosas que están pasando en mi cabeza son de lo más loco. Hacía ya tiempo que no me gustaba alguien de esta manera, quizás es apresurado el decir que 'me gusta', pero no sé, es lo que ahora siento. Me da pena, por muchas razones. Es otoño, comienza a hacer frío. En este momento, el cielo está cubriéndose de nubes y, ciertamente, creo que es la respuesta al por qué a la siguiente pregunta: Qué es lo que me motiva a escribir? Es otoño, es la temporada del amor. Por lo menos, para mí.