3 de marzo de 2010

Memorias de Verano.

V

Esa mañana mi madre entró a mi habitación para que desayunara. No había dormido nada y tenia los ojos hinchados por el llanto. Mis padres se alistaban para nuestro regreso y mis hermanos ordenaban sus cosas en sus bolsos. Eso me lleno de nostalgia, yo quería quedarme para siempre, ya sentía como mi hogar nuestra cabaña.

Me senté bajo el árbol del jardín, con un puñado de arena contaba los montones de recuerdos que me llevaba a casa de cada uno de los días que pase allí. No estaba tranquilo, a pesar de que la noche pasada me había despedido de Felipe, dejaba muchas cosas inconclusas que debía resolver en el menor tiempo posible. Avisé a mi mamá que iba a bajar a comprar unas cosas para el viaje y bajé hasta el centro, entré a la galería donde trabajan los padres de Felipe y pregunté a su madre donde podía encontrarlo. Ella creo una especie de mapa imaginario con el dedo, pero lo entendí fácilmente. Corrí siguiendo la ruta de su madre y llegue a la galería donde esa noche estaba Camila. Llegué hasta el ultimo puesto donde había un tipo sentado en una silla.

-¿Te querí perforar hermano? – Dijo
-¡No! – Respondí acelerado.
-Calmao si viene a hablar conmigo. – Dijo Felipe desde adentro.

Él me tomo de la mano y sin decir más palabras me llevó corriendo por los pasillos de la galería. Llegamos al pasaje final y bajamos corriendo las escaleras. Llegamos a una especie de callejón. Era un lugar oscuro y frío, sentí miedo.

-No te vayas – Dijo cansado.
-No puedo hacer nada.

Pasaron 5 minutos en que me tuvo entre sus brazos, miró a mis ojos y con su mano tiró el cuello de mi polera, cosa que me intimidó demasiado. Sacó la navaja que llevaba colgada desde esa mañana, tomó una piedra del suelo y rayó un corazón en ella.

-No te olvides de mí. – Con sus ojos llenos de lagrimas, decía.
-Nunca. – Respondí.

Y volvimos a abrazarnos, nos besamos un buen rato y volvimos al lugar de las perforaciones. Allí estaba Camila conversando con el tipo del puesto y aproveché el momento para despedirme de ella con un gran abrazo, ella corrió unos puestos más allá y trajo un póster de Alesana y un parche de The Devil Wears Prada.

-No sabía que podía darte, pero es para que te acuerdes de mí. – Tiernamente dijo.
-Daba igual. De todas formas me iba a acordar de ti. – Le dije.
-¿Ya vamos? – Pregunto Felipe dirigiéndose a Camila
-Ya

Me acompañaron hasta la salida de la galería, abrasé nuevamente a Cami para despedirme y agradecerle. Felipe me abrazó y al oído me dijo “Te quiero”, me besó y las lágrimas otra vez se hacían presente en la situación. Di unos pasos atrás y soltó mi mano, Camila se despedía también en lágrimas abrazada de Felipe y di la vuelta. No podía dejar de llorar hasta que llegue a la puerta de la casa, tomé un poco de aire y sequé mis lágrimas, golpeé la puerta y ya estaban todos listos mirando televisión.

-¿Te andabas despidiendo? – Preguntó mi papá.
-Si, estoy listo.
-Lo siento pero hay que volver a la realidad. – Dijo mi mamá.

Nos subimos al auto y nos marchamos. Solo miraba por la ventana y contenía el llanto, mirando el horizonte y las olas que reventaban en la orilla.

-Ya chiquillos…
-Miren con última vez el mar porque voy a tomar la carretera. – Dijo mi papá.
-Chao playita… - Decía mi mamá tratando de animar la situación.

Un mar de lágrimas se vino encima nuevamente. Miles de imágenes colapsaban mi cerebro mientras miraba el Sol rozaba el mar. Abrí la ventana del auto y respire por última vez la fría brisa marina. Tomé mi lápiz y un pedazo de “toalla nova” para escribir:

“Adiós a aquellas frías mañanas oscuras, en las cuales la espesa brisa matinal de la costa golpeaba mi rostro. Adiós a esas largas esperas a la orilla del mar en donde me maravillaba de los hermosos colores que nos obsequiaba el crepúsculo en el lento descenso solar. Adiós a esas inolvidables noches en las que la Luna se reflejaba en el mar, donde la sinfonía de las olas fuertemente reventando en la arena cautivaban mi alma y dejaba abierta las puertas a nuevas amistades. Adiós a aquella persona que volvió especiales mis días, que quise como amigo, que raramente llego hasta el fondo de mi corazón y que la magia estival secretamente lo convirtió en mi primer amor de verano.”


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